CUENTO "LOS HIJOS DE MARIA"


 

"LOS HIJOS DE MARIA"

En un principio, este pueblo, hoy llamado Florencia, nada era; pues solo vegetación y variadas especies de animales existían. Y por las voces de los ancestros que ya se fueron, esto es lo que se sabe de sus comienzos, gracias a la revelación que uno de nuestros taitas hiciera a Arquímedes, quien a la vez la reveló a sus hijos, y estos a sus nietos, hasta llegar a quien la pudiera escribir, para que quede una huella y no sea olvidada.
Arquímedes se levantó un día muy animado, llamó a sus hijos, y junto a la tulpa, mientras bebían café, les fue diciendo lo sucedido en la noche anterior.
Escuché la voz de un anciano que me llamaba; despierto ya, buscaba a quien me hablaba, pero al no encontrar persona alguna me dispuse a escuchar con atención la voz, que me decía:
-“Soy el indiecito procedente de Taminango. Pasaba por este lugar y me encontré una estatuilla; es una bella imagen de nuestra señora de los Dolores”. La noticia de este hallazgo corrió por la región, por lo que acudieron muchos a venerarla. Algunos se fueron quedando y formaron el primer asentamiento, construyendo ranchos en bahareque y con techo de paja, hasta completar veinticuatro chozas. Con el milagro y veneración de la virgen, llega un sacerdote jesuita, quien asombrado de la semejanza a la Florencia Itálica, en la belleza de los paisajes y la amabilidad de su gente, no vaciló en bautizar esta comarca con ese sonoro nombre, Florencia, y así se quedó”
Y así fue como los hijos de Arquímedes difundieron a todos los vecinos este relato, y los lugareños lo buscaban para oírlo de su propia boca.
Arquímedes, después de larga vida y habiendo sido el “médium” se fue a la tumba, dejando contado para la posteridad el origen de Florencia.
De esta manera se gestó la historia de la aparición y la formación de un pueblo, asentado bajo el Cerro de” La Amatista”, siendo éste, parte de un ramal del macizo colombiano.
Y uno de sus nietos sigue revelando los acontecimientos que han ido haciendo la historia florenciana. Este es su relato en una de las legendarias tertulias:
-“La Amatista, nuestro cerro tutelar, guarda en sus entrañas una misteriosa leyenda. Dicen que en época de semana Santa, por una parte escabrosa se abre una puerta, y desde su interior emerge una culecada de pollos, todo en oro. Si alguien se atreve en cinco minutos a penetrar y salir, se apoderará del preciado dorado”-.
Desde sus faldas brotan frescos manantiales; en suaves y alegres murmullos descienden entre cañadas; desde donde es tomada para aliviar la sed de los florencianos, siendo a su vez el riego refrescante de los campos, que hacen de la región un vergel de cultivos. Estos torrentes vierten finalmente en la quebrada de las palmas; alma y vida del terruño, recorriéndolo en un trayecto de 3560 metros, formando a su paso remansos tentadores, donde llenos de alborozo, los habitantes disfrutan de su frescura y de amenos ratos de ocio.
Una serenata de trinos de curillos es el despertar de cada día para los florencianos. Desde el follaje de robles y guayacanes, desde platanales y cafetales vienen las elegantes tonadas de variedad de pajarillos, que después de saludar con su concierto el nuevo día, se lanzan sobre el cielo, luciéndolo con el colorido de su plumajes.
En tan encantador entorno habita un puñado de pobladores, herederos de una historia forjada con empuje de hombres valientes, soñadores y trabajadores; entre ellos, el ignorado Padre Lorenzo Moncayo. A él se debe el diseño de la población actual, trazó las calles y carreras; ubicando en el centro el templo, albergue sustituto de la Patrona, a donde fue trasladada desde la capilla y donde residió en el conocido sector “la Plaza”.
Hombres inquietos e inconformes con la desventajosa condición de corregimiento se disponen a transformar la historia. Emprendieron una heroica misión: hacer de Florencia un nuevo municipio del Cauca, condición que ostentó siendo otrora Distrito Parroquial, equivalente a este ente territorial. Este logro fue alcanzado ya por finalizar el siglo XX. Este acontecimiento cambia el rumbo de Florencia. Su autonomía política y administrativa le dio impulso para el desarrollo y el progreso.
Frente al templo se levantó la sede de la primera escuela mixta y allí donde se educaron tantos de los hijos de Florencia hoy funciona la Alcaldía municipal y se buscó una nueva sede educativa bautizada con el nombre de “I. E. Toribio Paz Moncayo” y que agrupó las antiguas “Escuela de Varones” y “Escuela de niñas Antonia Santos”.
La edificación del colegio se mejoró con recursos aportados por el departamento y el municipio, siendo un lugar muy atractivo y cómodo para albergar a los centenares de estudiantes que allí acuden a recibir formación. Este centro educativo es hoy la institución más importante dentro del municipio, acoge a la mayor parte población de la cabecera y del sector rural y sus cientos de egresados se han posicionado en diversos campos laborales, dentro y fuera del municipio, teniendo siempre presente que por alguna razón los florencianos somos “Los hijos de María”.



















No hay comentarios:

Publicar un comentario